ANTES sonaba el despertador. Hace como más o menos… cuatro años y medio. Ese ruido molesto y desesperante que te arranca a gritos de la comodidad de tu refugio, tu escondite, que un día puede ser Marte, o el Amazonas, o el País de Nunca Jamás, allí, bajo las sábanas, donde cada noche es una aventura, pero que nadie más conoce.
Y digo antes, porque ya no. Ahora he aprendido. Ahora miro y OIGO de otra manera.
Hoy es sábado, y serán, aproximadamente… las siete y media de la mañana. Una tenue luz se enciende junto a la cama. Y poco a poco va ganando fuerza. A la vez, un suave temblor provoca que el camino de tierra por el que paseo en mi sueño, se convierta en un rico flan en el que me sumerjo. Oh! Mis ojos se han abierto… Después de toda la semana madrugando, y esperando poder alargar un poco más el confort de mi colchón, otra vez hoy toca levantarse pronto.
Pero no me importa. Me voy a ULERTUZ.
Hoy vamos a hacer una cometa. Pero no será una cometa cualquiera. Será una gran cometa de colores, rosa, y verde, y naranja, y tendrá una fuerte estructura especialmente ideada para que cuando sople el viento, resista con fuerza y sea empujada hacia el espacio exterior y pueda tocar las nubes. Tendrá una cola brillante y larga, también con muchos colores. Para que todo el mundo pueda ver lo bonita que es. Desde Bilbao, hasta el Perú.
Hoy es una súper-cometa, pero siempre que venimos hacemos cosas maravillosas. Un día hicimos un muñeco de lanas que todavía hoy me guarda los secretos sentado en la estantería de mi cuarto. Aunque el que más sabe de guardar, es mi cerdito, que administra mis ahorros mucho mejor que otros de fuera… Caretas, disfraces, animales, regalos para las personas especiales, ¡aaaaah! y un gran muñeco de nieve para sonreír a la navidad.
Pero eso no es todo. Otras veces hacemos viajes fuera. Hemos ido a taaaaantos sitios increíbles. Un día estuvimos en un bosque en el que podías saltar de un árbol a otro, como los monos. Aquel día estuvo genial. Me acuerdo que otro día, visitamos el hospital, pero ¡ojo! …sólo para aprender cómo funcionan los médicos y sus aparatos, y entenderlos, y dejar por fin de tenerles miedo. En otra ocasión fuimos a conocer a unos amigos simpatiquísimos que viven en un hotel de acogida en Lemoa, esperando a que venga alguien que quiera hacerles un hueco en casa. Aún me acuerdo de sus nombres: Bizkor, Zuri, Txispa, Nando, y el maravilloso Lagun, el perro con gafas.
Parques de atracciones, carnavales,… ¡hasta el mismísimo Olentzero nos ha recibido en su casa!
Cada día es una aventura con vosotros.
Como decía al principio, en estos cuatro años he aprendido muchas, muchísimas cosas. Pero sobretodo he aprendido a ver y no sólo a mirar, a escuchar, y no sólo a oír. He aprendido que mirar y oír por sí solos no sirven de nada. He aprendido a poner las ganas y el corazón en cada cosa. En cada detalle. A tener ilusión.
Y sobre todo he aprendido que una sonrisa es la mejor recompensa. Para que el próximo día vuelva a ENCENDERSE el despertador.
Behin eta berriro, benetan, bihotzez, eskerrik asko ULERTUZ.
TANIA. VOLUNTARIA DE ULERTUZ.
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